29 diciembre, 2007

Muritos...

-¡Ei! ¡Ahí había una puerta!- gritó a media voz, confuso.
-Bueno, ahora hay un muro.- fue la única respuesta que obtendría a lo largo de todo el conflicto.
-Es...- comenzó a decir, sonriendo. -Realmente, es un murito.-

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07 diciembre, 2007

Viento, párpados y acantilados


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02 diciembre, 2007

Modo asocial ON



El día no empezó mal, simplemente necesitaba estar solo. Llegó a su santuario, y supo que había sido una idea fatal. "¿Por qué no desaparecéis? ¡Largo! ¡Este lugar me pertenece!" Deseó que todos se esfumasen, se concentró, empleando todas sus energías en ello.

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One of these mornings,
won't be very long,
you will look for me
and I'll be gone.

27 noviembre, 2007

16

Actuar como un niño (... que soy, lo reconozco abiertamente), cerrar los ojos, bailar libre. Abrir los ojos y subir al metro.


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25 noviembre, 2007

Explosión en el cielo

Qué impresión... estás al borde, separado de la caída por unos milímetros y sólo se te ocurre cerrar los ojos, para aumentar la sensación de vértigo. Ante una explosión semejante de sentimientos, no puedes reaccionar, cuando lo que realmente quieres es bailar, chillar, ¡saltar!
Y te quedas parado, con la boca entreabierta, sonriendo. Tu corazón experimentando ritmos desconocidos hasta ahora, disfrutando como un crío con una pila.
Entonces piensas "La próxima vez saltaré. Mi cuerpo reaccionará. Decidido."

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15 noviembre, 2007

Introspección forzosa

Desnudo en su habitación, sentado en el suelo, con la espalda sobre el corcho. Oscuridad... iluminado, a intervalos no determinados, por agudas notas metálicas.
Luz. Rodillas abrazadas y cabeza escondida.
Negro... latido. Latido.
Luz. Azul oscuro sobre su cuerpo.
Negro... latido. Latido. Latido. Latido.
Luz... azul.

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27 octubre, 2007

Algo más real

-Últimamente odio lo "místico", lo que intenta parecer profundo. Prefiero algo más real.-
-Que no intento aparentar nada. Son sólo palabras, que para mí son pensamientos. No espero que lo entendáis, lo escribo para mí, es como un diario cifrado.
De hecho, si lo entiende alguien es porque se lo explico, o porque no lo he escondido bien.-
...
-Oye, que no pretendía ofenderte.-
-No lo has hecho.-
-Lo sé...-

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21 octubre, 2007

Contradicciones

Conciencia y ciencia.
Negro sobre, y, o bajo blanco.
Relativismo... gris oscuro. Cicuta.

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01 octubre, 2007

...


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02 septiembre, 2007

19 agosto, 2007

Adoquines bañados en silencio


Un par de semanas después de redescubrirla, me adentro por el callejón y la encuentro vacía. Segundos más tarde, varios grupos de turistas tapan mi objetivo, así que decido apoyarme en una pared y esperar. Tengo menos paciencia que antes (y está a puntito de empezar a llover de nuevo), así que disparo repetidamente, siempre desde el mismo lateral para tener otras vistas en el próximo encuentro, y cuando vuelvo en mí, veo que estamos sólos. Cuando considero que es suficiente, vuelvo sobre mis pasos, echando un último vistazo desde la calle contigua.
Me encanta esta plaza, y la calma que la envuelve.

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18 julio, 2007

Oh, Cecille

Caminó despacio tras dejar atrás su portería y cruzó el parque, sabiendo que arrastraría consigo las miradas del grupo de adolescentes. Uno de los chicos, que estaba sentado sobre el respaldo del banco de madera, comentó a sus tres o cuatro amigos lo guapa que estaba aquella tarde con aquella falda tejana tan corta que resaltaba sus esbeltas piernas. Era un chico extremadamente romántico, enamorado tanto de la belleza aparente como de la interna. Otro comentó en tono burlón lo mucho que resaltaba esa camiseta naranja sin mangas sus turgentes pechos, lo que provocó la risa de todos.

Le asomaba una tímida sonrisa, que supo disimular, mientras imaginaba esa situación, y le halagaba saber que si no habían dicho eso, al menos habría sido una conversación similar. Por supuesto, era suficientemente madura como para no avergonzarse de esos pensamientos, tenía claro que era una chica muy atractiva... e imaginativa.

Había sido un buen día. Su abuelo había salido por la mañana del hospital y cuando lo visitó quedó totalmente tranquilizada al ver lo sano que parecía. Al llegar a casa había recibido la llamada de una gran amiga comunicándole que en menos de dos meses volvería a casa después de año y pico viviendo en el extranjero. Y para redondear el día, acababa de consultar en la web de su universidad la última nota que le quedaba por saber y contra todo pronóstico había aprobado. Se arregló y salió a dar uno de sus paseos sin destino.

La parada quedaba cerca de su portería y aún así no se dio prisa por coger el autobús que acababa de parar. Llegó justo cuando éste marchaba, sonrió, se encogió de hombros y se sentó en un banco detrás de la parada. Un anciano se le acercó y preguntó si sabía el tiempo que restaba para la llegada del siguiente autobús (pensó que era evidente que no, él la había visto llegar, igual que ella le había visto a él esperar detrás de la parada). Se levantó, observó unos segundos el panel de llegadas y respondió amablemente al hombre. Le pareció un viejecito simpático, pero evitó el impulso de comenzar una conversación al recordar la charla que le había soltado su mejor amigo la noche pasada. Opinaba que era demasiado extrovertida. Era bueno ser sociable, pero otra cosa era entablar conversación con cualquier desconocido que le emitiese “buenas vibraciones”. Según él, algún día conocería al desconocido o desconocida equivocados y se llevaría un disgusto. Sabía que en parte tenía razón, pero el impacto de ver a su sátiro amigo esforzándose por parecer serio restó importancia a sus palabras y le provocó una escandalosa carcajada que atrajo las miradas de las mesas de al lado.

Cogió su libro preferido, lleno de apuntes a lápiz y con las esquinas algo redondeadas por efecto del roce en el interior del bolso. Lo abrió al azar, pero una vez hecho esto y después de haber echado un vistazo al número de la página, dobló levemente la parte final del libro, que quedaba en su mano derecha, y dejó que el pulgar de la misma mano se deslizase maquinalmente dejando pasar las hojas hasta llegar a la número 307. Lo abrió un poco más y comenzó a leer:

“ -¡Hola, estimadísimo! Ya le tenemos a usted aquí..., en nuestro terreno...- “

-Aquí lo tenemos- dijo el anciano interrumpiendo su breve lectura.

Levantó la vista y dio las gracias al hombre, que se apresuró hacia las puertas. Vaciló un par de segundos, vio que no iba muy lleno, cerró el libro y subió al automóvil. Se dirigió a su asiento preferido, pero estaba ocupado por un chico aparentemente de su misma edad. Se acercó y casi se conmovió al ver la mirada del joven, perdida más allá del cristal del autobús.

-“Es tristeza... o está recordando algún acontecimiento vivido intensamente... o simplemente simula su mejor cara de chico misterioso.”- Dejó de mirarle por si le devolvía la mirada. Se sentó y se giró de repente hacia él.

-¿Perdona?-

-Perdona- dijo mirándola fugazmente a los ojos, quitándose el casco izquierdo de su reproductor de mp3 del oído. Cogió el libro que había dejado en el asiento ahora ocupado por ella, se giró y volvió a mirar a ningún sitio.

-Ese es mi libro preferido- dijo ella.

Levantó la mano izquierda, con la que sujetaba el suyo.

-También el mío- sonrió, y volvió a girarse mientras subía el volumen.

-Cecille...- siguió evitando los consejos de su amigo.

-Emm... sí, es muy triste. Pero bonita- respondió él.

-Vaya. ¿Gracias?-

-De nada, supongo. Pero... ¿Por qué?-

-Por lo de bonita- sonrió, -Aunque no creo que sea un nombre triste-

Se sacó el casco otra vez y lo limpió disimuladamente con el pulgar mientras lo acercaba al oído de la chica.

-¡Ohh...! Es muy triste...-

-Pero bonita- paró el reproductor.

La joven sintió como cierto calor se extendía por su estómago y de repente también por su rostro.

-Te referías a la canción. No te había entendido.- trató de guardar la compostura y volvió a sonreír -Me llamo Cecille-

-Cecille, my love. Así se llama la canción-

-Qué vergüenza...-

-Ya veo, ya. Tranquila, no nos hemos entendido. Encantado-

-Igualmente...-

-Daniel-

-¿Has acabado de leer el libro?- se interesó ella.

-Faltan diez páginas, pero no es la primera vez que lo leo-

Cecille guardó su libro y miró al exterior.

-Has borrado esa expresión melancólica-

-De culpabilidad, más bien. Y va incrementando...- susurró para sí Daniel.

-¿Sentimiento de culpabilidad cada vez mayor?- Sonrió con picardía –El aumento del sentimiento de culpabilidad aparece en lugar de una exigencia erótica no satisfecha- Rió con una amplia sonrisa que permitió al chico ver su casi perfecta dentadura.

-Tienes el colmillo superior izquierdo algo roto...-

-Muy... observador... pero con poco tacto-

-¿Eres psicóloga?-

-¿Por esa pequeña descripción?-

-Por lo de Freud-

-De hecho, si no me despisto el año que viene lo seré-

-Me alegro por ti-

-¿A qué te dedicas? ¿Estudias?-

-Eres muy sociable, ¿verdad? Y curiosa...- dijo él, tratando de cambiar de tema.

-Eso dicen, gracias. ¿Entonces?-

-... Yo no suelo serlo... ¿Te gusta el Verano?-

-Me encanta, me transmite mucha energía positiva. Trato de estar las máximas horas posibles bajo el Sol. Por tu cara puedo imaginar que no tienes mucha amistad con él-

-No mucha... prefiero a la Luna. Hoy será Luna Llena- esperó un instante para obtener una respuesta y añadió –tengo las fechas de Luna Llena señaladas en un calendario-

-No eres muy sociable, pero te estás esforzando- le hizo un guiño -Es buena señal-

Sabía que para una persona tímida los silencios son incómodos, así que volvió a hablar.

-Podría tratar de analizarte-

-Es posible que te equivocases. O que te mintiese. Siempre me ha gustado la gente sincera, pero yo he mentido demasiadas veces. He mantenido las mentiras tratando de creérmelas yo mismo, pero supongo que no es cierto eso que dicen-

-¿Qué dicen?-

-Empiezas a hablar como una psicoanalista. Que cuando mantienes una mentira durante mucho tiempo acabas creyéndotela. No es cierto-

-Es cierto, en algunos casos-

-En este caso no. Prefiero que sea así, de esta manera tengo claro que soy un mentiroso-

-A mí no me has mentido-

-No. Con un poco de suerte puede que no lo haga-

-¿Tienes novia?-

-Estoy casado, tengo un hijo de 11 meses-

-¿En serio?- Se lo quedó mirando fijamente, con los ojos abiertos de par en par, con una expresión algo forzada.

-Te he avisado, no aguanto mucho sin mentir- Ella comenzó a reír -Era broma. No, no tengo novia. ¿Tú? ¿Tienes novio?-

-No tengo- añadió la chica mientras seguía riendo.

-No eres de por aquí, ¿no? Esa broma era muy típica-

-Mis padres son de Inglaterra, yo he vivido aquí toda mi vida. Me hace gracia ver a alguien serio haciendo una broma tan típica, de la misma manera que me hace gracia ver a alguien gracioso ponerse serio-

-Vaya, ¿alguien serio no puede ser gracioso? Además, yo no soy serio-

-Lo pareces. Me está costando captar tu forma de ser- Entrecerró los ojos tratando de observar el mínimo cambio en el impasible rostro del joven.

-¿Intentas analizarme? Podría matarte por ello –dijo mientras sonreía. -No, por favor, para de reírte, eso sí que era demasiado típico. Además, el conductor no podrá escuchar las bocinas o sirenas de otros coches- él seguía sonriendo, pero esta vez no forzó los labios y dejó ver su dentadura.

Cecille fue dejando de reír poco a poco y fijó su mirada en la boca de él.

-¿Te molesta mi risa? Sé que es muy escandalosa-

-Me encanta. Pareces muy alegre-

-Tienes el colmillo superior derecho algo roto.- dijo ella. -Y has utilizado aparatos correctores hasta hace poco- sonrió maliciosamente.

-Muy bien señorita observadora. Me has pillado. ¿Dónde bajas?-

-No sé, ya veré. ¿Tú?-

-¿Tienes pensado acosarme? ...gracias por no reír- fue él quien comenzó a reír.

-¡Oooh! ¡Me gusta tu risa! Espero volver a escucharla-

-No vas a ruborizarme. Soy tímido, pero no tanto- sus pálidas mejillas no se alteraron.

-No era mi intención, solo era una observación-

-Voy a la estación de tren-

-¡Poco equipaje! Reproductor de mp3 y tu libro. A veces supongo que no hace falta más. Queda poco para llegar, creo que también bajaré allí- Abrió el bolso y sacó una cámara fotográfica digital -Hoy toca fotos en blanco y negro de la estación y alrededores-

-Me gustan las fotografías en blanco y negro de estaciones de tren. Pueden llegar a parecer tristes, pero bonitas, como la canción. Deberías escucharla entera, eres la primera Cecille que conozco. Puedo dejar pasar un par de trenes-

Bajaron frente a la estación. Ella pasó con su tarjeta, él compró un billete más caro. Cruzaron bajo las vías, por el túnel, y se sentaron en un banco del andén, situado de cara al mar. Escucharon la canción varias veces y ella se levantó. Hizo una fotografía a las vías del tren, con los edificios recién construidos y varias fábricas algo derruidas más lejos. Se la mostró a él y comenzó a hacer otras similares en una actitud jovial y divertida. Lo estaba pasando bien y se lo comentaría a su mejor amigo al llamarle por teléfono aquella noche.

Cuando pareció cansarse, se volvió y le hizo un retrato mientras mostraba de nuevo aquella mirada perdida, esta vez en dirección al mar. Le colocó la cámara delante, mostrándole la foto.

-¿De nuevo esa exigencia erótica no satisfecha?-

Él sonrió, esforzándose inconscientemente por no mostrar su dentadura.

-No quiero volver a ver esa expresión, ¿de acuerdo?- le dijo la chica mientras volvía a mostrar su sonrisa más amplia. -La canción...-

-No volverás a verla- apoyó la mano derecha en su hombro desnudo, apreciando por primera vez la belleza del cuerpo de la joven. Le colocó el casco izquierdo y se colocó él el otro.

Escucharon la canción, observando el horizonte, después siguieron con otros grupos de fondo mientras leían o simplemente ojeaban sus respectivos libros.

-Tenías razón, está Llena- señalaba al cielo, que comenzaba a oscurecer.

-No me había dado cuenta, ha pasado mucho rato- miró su muñeca, recordando entonces que hacía un tiempo que no llevaba reloj. -Nunca he sabido si estas situaciones son buenas o malas. El hecho de que el tiempo pase sin que nos demos cuenta es buena señal, ¿no? significa que se nos ha hecho ameno, al menos a mí- la miró por primera vez en horas, sus ojos brillaban gracias a la luz de la Luna. Quedó perplejo al sorprenderse observándola como observaba normalmente al satélite, recorrió muy despacio su rostro y llegó a su boca. Su sonrisa por fin era perfecta. Reprimió un escalofrío que trataba de cruzar de un hombro a otro pasando por la nuca. -Debe de ser tarde, sería mejor que volvieses, si es que tienes prisa. Yo estoy genial, me gusta el aire fresco de las noches de Verano, y el cielo está despejado, se pueden ver bastantes estrellas. Aunque fuera de ciudad se ven más. Eso ya lo sabrás, supongo- suspiró y añadió -No voy a retenerte más, tranquila-

-Es bueno-

-¿Qué?-

-Es buena señal. No me he dado cuenta de que ha pasado tanto rato. Pero debo volver-

Se levantaron del banco, pero él volvió a sentarse e hizo un gesto para que ella volviese a tomar asiento.

-Una última vez, por favor-

Después de escucharla, se levantaron, ella le dio su número de móvil y después de apuntarlo en un papel, él le dio el suyo, que apuntó ella directamente en el móvil. La abrazó y le hizo prometer que escucharía de nuevo la canción.

Cuando subió al tren, puso la repetición automática en el reproductor y se quedó mirando al mar. Su mirada mostraba mayor culpabilidad que en el autobús. Sacó el libro, lo abrió y vio apuntes a lápiz que él no había hecho.

-“Vaya. No debería leer mi libro”- pensó.

Bajó del tren y caminó por la costa, después subió por una colina. Cruzó por el bosque, sonriendo ampliamente mientras recordaba a Cecille. Se tumbó durante varias horas observando el cielo, escuchando el ruido de las olas al romper en el acantilado en el momento en que acababa la canción y volvía a empezar. Leyó las últimas diez páginas del libro y, sin detener la canción, lo dejó sobre la tierra, se levantó y mirando la Luna, saltó.

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03 julio, 2007

¿Nublado, o eran marrones?

No recuerdo qué fue lo que me marcó. Diría que fue el cielo, con sus nubes, a punto de llorar... ¿Lloraba? Quiero decir, ¿llovía? Los árboles, verdes, vivos, frondosos. No. Sus ramas estaban secas, casi desnudas, quizá una etapa dura, me encantó. Vacilé unos instantes, y seguí mi camino, sin dejar de pensar en ello. Fue su sonrisa, seguro... era sincera e inocente, era preciosa, amplia, encantadora... Sí, lo era.
Fue el cielo, estoy seguro. Tuvo que serlo, es lo primero que veo, en lo que fijo mi mirada. Echo un vistazo y me detengo si creo que merece la pena, la mirada es lo más importante. Es inmenso, quita importancia al resto... pero el resto también es importante. Está claro.
Volví más tarde y la impresión fue idéntica, una y otra vez, y me prometí guardar la imagen en mí, para siempre.
¿Marrones? Sí, pero, ¿y la tonalidad?
No fue sólo el cielo. Claro que no, fue la suma, el conjunto, cada detalle... detalles que no volvería a encontrar allí, pero recuerdo perfectamente.

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15 junio, 2007

Qué tío...


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22 mayo, 2007

Jugando con el horizonte

Se curva, se inclina... dependiendo de qué ojo utilice para mirar, del calzado que haya escogido ese día o de lo incordiante que esté el Sol. A veces ni con mi mejor combinación de ojos, ni con el calzado más cómodo (y no me refiero a esa bamba/zapatilla izquierda que me inclina a la derecha, en todo caso esta ha soportado los peores horizontes), ni con la mejor visera, soy capaz de verlo en 180º (grado arriba, grado abajo).
Aunque parece que desde que vi la luz aquel día, tumbado en el suelo, he empezado a enderezar esa delgada y lejana línea, tan distinta para cada persona, y tan difícil de alcanzar. No será completamente recta, me gusta jugar con ella y ver cómo varía, pero si logro mantener cierto equilibrio (o desequilibrio), todo se acercará a estar bien.

No es la primera vez que juego con él, lo he probado antes, y he conseguido buenas fotografías, pero no son mi horizonte... las nubes crean un falso efecto de rectitud, te guían hacia adelante, y si no te percatas de su engaño, acabas cayendo.


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06 mayo, 2007

4 de Mayo

¿Escogería el 4 por algún motivo? Es par, simétrico y es su preferido (al menos lo era hace unos años).
Felicidades a la pareja

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04 mayo, 2007

T'estimo molt

Qué incómodo me hace sentir recibir tanto cariño, pero qué bien sienta de vez en cuando.

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25 abril, 2007

Dibujando con los ojos

Un año más que vuelvo del Saló del Cómic con firmas de varios de mis dibujantes preferidos, aunque en esta ocasión hayan sido sólo dos de ellos.
Mis ojos siguen de cerca la linea que deja el rotulador/lápiz sobre el papel e intentan adelantarlo, prediciendo qué movimiento vendrá a continuación (me encanta no acertar nunca), hasta que terminan con un:
"CIRUELO", "Te amo, siempre tuya, Victoria Francés" o "Royo".

En el próximo duelo, ¡mis ojos serán más ágiles que vuestras manos!

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13 abril, 2007

Un poquito más y...


Tumbado en el suelo de mi habitación, en total comunión con mi yo vago, encerrado cual hikikomori, mirando el techo, pensando en tapar un par de agujeros que dejó la antigua lámpara, que en paz descanse, me he visto inmerso en un estado que hace unos años no conocía:

Me sorprendo cada vez más a menudo con la vista desenfocada en un punto fijo, con las neuronas fumándose un porro. Sólo unos instantes después, se beben cuatro tazas de café y vuelve el caos.

Tras el chute de cafeína, he visto la luz. ¡He visto la luz! Mis hombros han intentado dar el primer paso y han desistido al ver que el resto no les acompañaba. He tratado de pronunciar el nombre de mi perro, con la esperanza de que no necesitase más palabras para saber que quería que me levantase del suelo, aún sabiendo que es físicamente imposible. No lo he conseguido, mi boca no se movía. Estaba concentrado en el futuro, esforzándome en no perder el hilo de mis pensamientos. He pedido a mi brazo, amablemente, que reaccionase y ha respondido a las expectativas. Perezoso al principio, ha ido acercándose donde mis ojos le señalaban con el dedo, hasta mantenerse completamente, casi estirado. En esta frenética escena sólo faltaba el Reverendo Cleophus James gritando: “Do you see the light?! Do you see the light?! Have you seen the light?!”.

Sí, a veces se pueden malgastar siete u ocho años de vida hasta que una pequeña chispa (o china neuronal) enciende tus ganas de seguir adelante.

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05 abril, 2007

Bienvenidos/as a mi Mundo


De ahora en adelante dejaré que veais a través de mis ojos. Será en pequeñas dosis, y yo seré vuestro guía, así que no os asustéis.
Qué mejor manera de empezar, que adjuntando una fotografía para dar un poco de "color" al lugar. Esta es mi primera imagen mental al despertar cada día.
Y recordad, no soy un profesional, esto es por diversión, espero que nos guste.