07 febrero, 2008

Tres, porque era su número


Una botella de ginebra en la mano. La volcaba en el vaso con la esperanza de ver caer la columna líquida que, después de todo, no le mantenía de ninguna manera, porque no soportaba su sabor y además no le causaba el efecto deseado. Fuera el que fuese.

La dejó sobre la mesa, con la mirada vacía. Retiró su mano con torpeza e hizo que la botella cayese sobre la moqueta, produciendo un sonido sordo. La golpeó con el pie, lanzándola contra el cuerpo que permanecía en el suelo. No sintió nada, ni siquiera satisfacción. Dirigió una mirada a la pared, con los ojos de alguien que podría, querría o debería haber muerto hacía tres meses y tres días.

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